lunes, 16 de noviembre de 2009

Pecado de capital


CAPITALISMO.
1. m. Régimen económico fundado en el predominio del capital como elemento de producción y creador de riqueza.




La idea capitalista de crecimiento va indisolublemente ligada a épocas inevitables de decrecimiento o crisis. Muchos afirman que dichas crisis sirven para la limpieza del sistema o reestructuración del mercado. Con ello, durante el último siglo y el comienzo de éste nuevo hemos comprobado como los pilares sobre los que se sostiene el sistema son relativamente sólidos y en competencia con otros (comunismo, nacionalismo, totalitarismo) los han desbancado en su lucha por permanecer.


Sin embargo, en los últimos años se está observando cierta tendencia a la negación de sus bases no desde su perspectiva estructural sino socio-política. El problema radica en el poder, como se atribuye, como se moviliza y, sobretodo, como se legitima. No podemos aceptar un sistema porque sí, siempre debe haber una argumentación detrás que justifique la asignación de poder.


Son varios los pensadores que se han empezado a preocupar por la conveniencia de la legitimación, o mejor dicho, de su forma de transformarse. El miedo ha acechado nuestras casas mediante los medios de comunicación, mediante una utilización constante de la amenaza. La amenaza no nace de nuestros propios dirigentes sino de personas ajenas a nosotros, desconocidos que se tornan demonios ante la población. De este modo, y como ya afirmó Bauman en su obra Tiempos Líquidos, los gobiernos occidentales legitiman su poder otorgando una supuesta protección ante el miedo inducido.

No obstante, no se puede legitimar el poder sobre bases psicológicas de fobia desmedida. Su poder no debería radicar en la vulnerabilidad del ciudadano sino sobre su propio potencial. Ejercer poder para motivar y generar una tendencia positiva. Esto debería ser así hasta el punto en que podamos plantearnos que alguien gobierna por su destreza al utilizar y gestionar los recursos, hasta que podamos decir: "Aquí te damos la llave porque eres capaz de hacernos mejores." ¡Que el poder se vea desde un prisma positivo!


No es extraño para nosotros el hecho de que el hombre se jerarquiza para ordenarse y poder ejecutar sus intenciones con mayor facilidad y éxito. Lo que sí me asusta es que el capitalismo tiende a jerarquizar sobre la base de la imposición directa del mercado y esto genera y produce el propio objetivo (el mercado, la riqueza) situándose en nuestro propio lugar, como un ser extraño que guía nuestros pasos y que sigue sus propias reglas, a veces devastadoras como el momento actual de total estancamiento.

Descubrir que debemos cambiar es una de las claves de todo proceso estancado, es el inicio del movimiento. Lo que no sabemos es como debemos hacerlo. Durante el siglo pasado nos hemos encargado de asegurar la democracia como sistema de poder, esforzándonos en establecer dicho sistema como el único sistema válido, o usando el tópico, menos malo; sobre las máximas de libertad y elección. La verdad cuesta entrever la libertad en nuestras democracias, esclavas del mercado, esclavas de los medios generalistas. Quizá en internet encontremos el cambio para poder afirmar que podemos cambiar la tendencia hacia el apremio de las capacidades y a las necesidades.

Democracia sí, pero participativa, información sí, pero abierta a sus diferentes visiones. El poder del pueblo debe volver al pueblo mediante la toma de nuestras propias decisiones directamente. ¡Qué hagan el favor de preguntarnos qué queremos hacer !

martes, 12 de mayo de 2009

El tragar no es comer



TRAGAR.
Soportar o tolerar algo humillante o que disgusta.

El tragar y el comer son acciones que pueden llegar a confundirse por lo que debemos tener cuidado. Y es que cuando decimos que comemos, hay veces que estamos tragando sin saberlo. Por ello me dispongo a realizar un análisis exhaustivo sobre este verbo denominado tragar, para que si en algún momento alguno de vosotros decidís comer no se os atragante el trago.

El tragar se compone por tres fases bien diferenciadas. La primera se basa en insertar en la boca, o cualquier otro conducto en el que se pueda ingerir (sea culo, ano o donut), cualquier elemento externo de una capacidad igual o mayor al tamaño del orificio. Lo cierto es que nos sorprendería la de objetos variopintos que pueden caber en... la boca. Este primer acto no supone nada más que un gesto. Cuando tragamos no tratamos de averiguar que es aquello que viene de fuera, ni tratamos de entender la naturaleza de la acción, simplemente asumimos que se adentra de forma natural.

La segunda fase es lo que llamamos succionar. Esta fase se caracteriza por la falta de crítica, por la falta total de análisis de los sabores y posibles sin sabores que el objeto externo produce. Siempre he pensado que si un factor externo tiene la capacidad de tornarse en interno, debería, como mínimo, valer la pena el cambio. Sin embargo, señores, cuando tragamos nada de eso se produce. Podría ser la mismísima mierda que bien salida de nuestro recto decide volver a nosotros en un salto de alegría, que
no atenderíamos a gustos ni razones. Y es que cuando tragamos no es posible echar la marcha atrás.

La tercera fase es la que mejor define nuestro bien analizado verbo y es el engullir, caracterizado por finalizar el proceso y albergar en nuestro vientre ese intruso malparido. Joder, da incluso rabia decirlo pero cuando tragamos no nos damos cuenta de nada. Damos por finiquitada la acción de la misma manera en que cruzaríamos la meta últimos en los juegos olímpicos. Nadie sabe porque ese hombre ha decidido dedicarse a correr.

Y es que el tragar no es comer, incluso cuando en una película porno el tio dice con voz de macho: ¡traga nena!, no se está dando cuenta de nada. Ese hombre no está disfrutando de la mamada que esa buena mujer de pechos artificialmente rectos le está haciendo. Pero ojo cuando las mujeres dicen: cómemelo entero, hablan de cosa distinta. Y es que las mujeres saben lo que se dicen. Saben cuando imprimir el buen gusto en los momentos importantes.

En definitiva, señores, que de tanto tragar durante tanto tiempo, me ha entrado hambre y me dispongo a comer un poco de crisis, a ver si por fin entiendo qué es lo que está pasando.





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